El conocido ecólogo marino Enric Sala acaba de concluir una investigación sobre el estado del Mediterráneo cuyo resultado resume comparando este mar «con una cuenta corriente a la que casi no le queda dinero», y ofreciendo como una solución para evitar los números rojos: crear más áreas marinas protegidas.
Sala es el profesor de ciencias naturales que a todos nos hubiera gustado tener, un comunicador y divulgador nato, un científico poco al uso en el buen sentido de la expresión, y una persona comprometida que habla claro. ¿Le servirán todas estas cualidades al Cousteau del siglo XXI para involucrar a los líderes del mundo en la protección de los océanos?
Capacidad de comunicación y convicción no le falta, al menos de eso dan fe en su currículo un Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades (en 2006) y la designación por parte del Foro Económico Mundial como uno de los jóvenes mas influyentes del mundo.
Inspirado por su admirado Jacques Cousteau, el científico catalán (Gerona, 1968) ha hecho un hueco en sus trabajos puramente científicos, en instituciones como el Scripps Institution of Oceanography de California (EEUU) o el CSIC español, para sumergirse, como explorador estrella de la Sociedad National Geographic, por los mares del planeta y dar argumentos a los que mandan de que hay que protegerlos.
Os transcribimos esta interesante entrevista:
Usted ha vuelto a grabar los fondos marinos del Mediterráneo que nos mostró Cousteau hace 60 años, ¿Qué diferencias fundamentales ha encontrado entre unos y otros?
Cuando Cousteau comenzó a bucear en los años 40 nos enseñó una gran abundancia de rayas, meros, corvinas… El mar estaba lleno, ¡cazaban langostas con las manos! y nos explicaban que un pescador submarino, en cinco bajadas, pescó cinco meros. Así que la principal diferencia es que eso es impensable hoy día. Todos esos grandes animales han desaparecido o su abundancia es mucho menor ahora. Hemos eliminado entre el 50 y el 90 por ciento de todos los peces que había en el Mediterráneo. Pero también hemos visto, en zonas marinas protegidas, que con la protección podemos conservar parte de esa riqueza.
¿Qué especies marinas de las que nos mostró Cousteau no ha podido grabar usted?
Grandes depredadores, meros, pez espada…
¿Quienes o cuáles son los culpables de que las imágenes de hoy sean tan diferentes de las de hace 60 años?
El gran culpable es la sobrepesca. Hemos sacado peces a un ritmo más grande de lo que ellos se pueden reproducir. No hay más secreto. El mar es como una cuenta corriente donde todo el mundo saca dinero, pero nadie hace ningún ingreso. Está llegando un momento en el que no queda dinero en la cuenta. Así que tenemos que pensar en hacer depósitos de ahorro, donde tienes un capital que no tocas y que produce intereses. En el mar, los depósitos de ahorro son las áreas marinas protegidas.
Pero al fin y al cabo estás áreas marinas protegidas son como una especie de islas-oasis, ¿Bastaría con ellas para salvar el Mediterráneo?
No, son absolutamente necesarias pero no suficientes. Necesitamos redes de reservas para que unas se ayuden a otras y permitan la dispersión de peces, de huevos y de larvas. Las reservas marinas funciona extraordinariamente bien, pero no son la solución única. Son parte de la caja de herramientas, que incluye también una gestión de la pesca mucho más inteligente y la reforma de los subsidios a la sobre explotación pesquera. Hay millones de subsidios destinados cada año a perpetuar la sobrepesca.
Si estuviera en sus manos la creación de áreas marinas protegidas, ¿Cuál sería la primera que declararía en el Mediterráneo?
Hay que crear más áreas protegidas en la costa y también expandirlas a zonas marinas profundas, más a mar abierto. Pero la más imprescindible es la zona de reproducción del atún rojo en Baleares.
En su documental dice que el mayor reto que afronta el Mediterráneo es que los 20 países bañados por él alcancen un consenso para protegerlo. ¿Ve factible ese consenso?
A nivel de todo el Mediterráneo lo veo muy difícil. Es posible llegar a acuerdos binacionales o trinacionales entre países vecinos, entre España y Marruecos; Italia, Albania y Montenegro… ahí sí hay posibilidades. Pero igual que se han creado los parques internacionales de la paz en tierra, protegiendo áreas que incluyen zonas fronterizas, podemos crear lo mismo en el mar.
Usted ha querido alertar de los problemas del Mediterráneo mostrando bellísimas imágenes de meros, pulpos… o del escaso coral rojo que sobrevive, en lugar de hacerlo con otras del Mediterráneo degradado, ¿Cree que las imágenes positivas son más efectivas en la sensibilización ambiental?
Necesitamos las dos. Por un lado tenemos los documentales de la BBC que nos muestran una gran riqueza natural y que nos pueden hacer pensar que no hay ningún problema. Y en el otro extremo tenemos esos documentales macabros en los que vemos cómo matan a los delfines o les quitan las aletas a los tiburones. Estos últimos hacen a la gente de cambiar de canal y tener un sentimiento de impotencia, de que lo que pasa es demasiado grande y no se puede hacer nada. Por eso debe haber un término medio.
Yo lo que quiero es mostrar cuál es el problema para que a nadie se le olvide, pero también enseñarles que hay soluciones factibles y prácticas, como las áreas marinas protegidas. El mensaje es: esto funciona, tengamos más.
¿Es posible recuperar una zona totalmente degradada con la declaración y correcta gestión de un área marina protegida? Y en caso afirmativo, ¿Cuánto tardaría en recuperarse?
Por supuesto. Hay muchos ejemplos en el mundo. La recuperación es diferente según las especies. Hay especies que viven pocos años y esas se recuperan muy pronto, tres, cinco años. Luego hay especies como los tiburones o los meros que pueden vivir entre 20 y 30 años, y necesitan décadas para recuperarse. Lo que sí sabemos es que la recuperación comienza el día que dejas de pescar, primero se recuperan especies pequeñas de vida corta, que se reproducen muy rápido, y luego la biomasa de las especies más grandes se va incrementando a lo largo del tiempo.
¿Dónde están los fondos más degradados que ha visto en el Mediterráneo?
En Turquía y Grecia. Hay zonas absolutamente peladas. No hay ni algas, ni esponjas, y los peces son pocos y muy pequeños. Zonas absolutamente lunares.
¿Y en España?
En la mayoría de las zonas costeras españolas es difícil ver animales grandes. Los peores sitios están en las cercanías de la zonas portuarias. Y los mejores, las islas Medas, Columbretes, la reserva del cabo de Palos… Cuando uno bucea en esas zonas se da cuenta de como era el mar antes, y de lo que hemos perdido.
¿Cuál es el sitio más espectacular donde ha buceado?
Las Islas de la Línea, en el Pacífico, al sur de Hawai. Son islas prístinas deshabitadas con arrecifes de coral vírgenes, rodeadas de tiburones… Y luego también la isla del Coco en Costa Rica, que es un parque nacional donde hay una abundancia de animales grandes y de tiburones increíble.
Usted se ha calificado de «neocolonialista» la política pesquera del Gobierno español, ¿Por qué?
Los países ricos cuando agotaron sus caladeros se han desplazado a otras zonas y hemos llegado a un momento en que todo el océano ha sido pescado de alguna manera. Una de las prácticas más obscenas es la explotación de caladeros de países africanos por naciones europeas, incluyendo España, con acuerdos comerciales muy beneficiosos para las compañías pesqueras y para los gobernantes locales, en muchos casos corruptos. Las flotas europeas y de otros países tienen carta blanca para arrasar con los recursos pesqueros a mar abierto, de zonas económicas exclusivas de esos países. Por eso la defino así.
Usted formó parte del equipo internacional de economistas y ecólogos que predijeron que, a este ritmo, todas las especies se pesca se colapsarían antes de 2050, ¿Qué tipos de pescado no debería comer un consumidor responsable?
Atún rojo, porque es una especie en peligro de extinción que no se debería de comer ni de consumir; tiburones, porque el 90 por ciento de los tiburones del Mediterráneo han desaparecido; rape, porque se pesca con sistemas de arrastre muy destructivos; y, entre otros, también bacalao porque se ha extinguido comercialmente en muchos países.
La pesca sostenible, ¿Supondría un sobrecoste para el consumidor?
R.- Ahora mismo el consumidor no está pagando el verdadero precio del pescado porque la pesca está subsidiada. En algunos países el costo a las arras públicas es más grande que el valor que lo que se pesca. El consumidor no paga el verdadero precio del pescado. Si se internalizaran los costos de lo que consumimos, las actividades serían mucho más sostenibles.
P.- ¿Qué próximas expediciones tiene en su agenda?
R.- Ir a los últimos lugares vírgenes del mar, estudiarlos, documentarlos e inspirar a los líderes de los países en los que están para que los protejan. Son las últimas joyas que quedan en los mares del planeta y tenemos que salvarlas antes de que sea demasiado tarde.
Fuente: EFE Verde
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