Seguro que si te hago nombrar a un pirata, el primero que te viene a la mente (a parte de Jack Sparrow, que no es real) es el pirata Barbarroja.
En realidad Barbarroja no era un pirata, era un corsario a órdenes del Sultán Soleiman del imperio Otomano y no era una persona, sino que se llamaba así a los dos hermanos Jeireddin y Aruch, aunque finalmente el primero es el que parece que se quedó con el apelativo para la historia. No hace falta explicar que el nombre de Barbarroja les vino porque los dos hermanos tenían una tupida y hermosa barba pelirroja.
Nació en Lesbos, lo que ahora es parte de Grecia y entonces pertenecía al los otomanos, según parece, de padre era un caballero Otomano llamado Yakub que en la isla comenzó a dedicarse a la alfarería. De ahí pasaron al comercio y poco a poco todos los hermanos acabaron siendo marineros, ya se sabe, uno sabe cuando empieza pero nunca cuando acaba.
Aruch comenzó a trabajar como corsario a órdenes del Sultán Soleiman, comandando su flota berberisca y controlando el mediterráneo y poco después fue fichado también su hermano Jeireddin. Como Barbarroja, atacaron en muchas ocasiones las costas españolas, llegando a ser una verdadera pesadilla. Uno de los ataques más violentos fue en Palamós, donde en octubre de 1543 bombardearon y saquearon la ciudad con 20 galeras y 3 fustas haciendo huir a los habitantes y dando muerte a los que se enfrentaron a ellos.
Así entre ataques a embarcaciones y ciudades costeras pasaron los años hasta que Barbarroja pensó que era buen momento para el retiro. Debido a los méritos acumulados con el Sultán, se pudo retirar en 1545 en su palacio del barrio Büyükdere de Estambul, en las costas noroccidentales del Bósforo donde murió un año después.
Este último año lo dedicó a dictar sus memorias a Muradi Sinan Reis, que dado lo vivido dieron mucho de sí, nada menos que 5 volúmenes conocidos como «Gazavat-ı Hayreddin Paşa» (Memorias de Jeireddín Pachá), que en la actualidad se exhiben en el Palacio de Topkapı y en la Biblioteca de la Universidad de Estambul.
Al contrario de su hermano Aruch que murió en combate, su muerte no fue tan heroica, ya que murió como un anciano de 71 años en la cama, se dice que por “unas recias calenturas” que dicen las malas lenguas que provocaron las exigencias amorosas de su joven y última esposa, así que «qué le quiten lo bailao».
Se le enterró en un mausoleo en el distrito de Besiktas (desde donde puede ver el fútbol los domingos) construido en su honor en el mismo lugar donde se reunía con su flota.
La sombra de Barbarroja fue muy alargada siguiendo su fama aun después de su muerte ya que continuó establecida la supremacía turca en el Mediterráneo, durando hasta la batalla de Lepanto en 1571. Además existen muchas leyendas sobre Barbarroja que han llegado hasta nuestros días. Cuentan los turcos que su cuerpo lo encontraron varias veces fuera de su sepultura, hasta que un hechicero griego lo enterró junto a un perro muerto. También que los otomanos, antes de entrar en combate, iban a su tumba y le rendían homenaje. En el epitafio de su tumba estaba escrita la frase: “Esta es la tumba del guerrero de la fe, el almirante Hayreddin Bajá, conquistador de Argel y Túnez. Dios (Alá) lo tenga en su misericordia”.
Editora del portal online Nautical News Today. Licenciada en Ciencias Medioambientales y especialista en recursos renovables.