Si hace unos días hablábamos del misterio del Mary Celeste, en el día de hoy vamos a presentaros un nuevo artículo sobre barcos desaparecidos y en particular del Carroll A. Deering. Un barco que, al igual que el anterior, fue víctima de un misterio que podríamos considerar como insondable. De hecho, fueron muchos los detalles que hicieron pensar a los investigadores de la época que, sencillamente, la tripulación había sido tragada por la tierra pero, ¿Era esto posible?
La história del Carroll A. Deering. Uno de los enigmas más grandes sobre barcos desaparecidos en el S. XX
Hay que remontarse al año 1920, concretamente al mes de agosto, para ver zarpar a esta goleta que constaba de cinco mástiles. Un inicio de un viaje tranquilo. Zarpaba de Norfolk (Inglaterra) y el destino era Rio de Janeiro. Un viaje sencillo para el Carroll A. Deering y para sus 11 tripulantes.
El primer tramo, cuando salieron de su origen fue bastante llevadero. A decir, las anotaciones que la tripulación, con su capitán a la cabeza, no hacían presagiar nada de lo que les ocurrió semanas después. Es más, incluso en algunas de ellas, los miembros de esta goleta se permitían el lujo de bromear en su propia bitácora haciendo referencia precisamente a lo manso que estaba el mar y a las pocas incidencias que se registraban.
Cruzan el triángulo de las Bermudas
Sin embargo, para desgracia de aquellos que pensaban que sería un viaje plácido, todavía quedaba lo peor. Y es que, cuando pasaron cerca de la costa de Puerto Rico, lo que quizá no sabían los tripulantes del Carroll A. Deering, o quizá sí lo sabían, era que estaban en las aguas del triángulo de las Bermudas. Un lugar en el que, desde hace siglos embarcaciones, e incluso aeronaves, han dejado de dar señales de vida. Un lugar donde los barcos desaparecidos han dejado muchas vidas y grandes relatos.
Pues bien, como cabría esperar, el barco, la goleta, entró en dicha área pero, como cabría esperar, nunca más salió de allí aunque, siendo rigurosos con los datos de esta historia hay que decir que sí salió. Los que no salieron fueron los tripulantes. Nadie. Pero, como toda buena historia de misterio, lo mejor estaba aún por llegar.
Sería el 31 de enero del año 1921 cuando este barco, como suele suceder con los barcos desaparecidos, hizo acto de presencia como si de un fantasma se tratase varado en la costa de Carolina del Norte, en Estados Unidos. Aquí, y una vez las autoridades competentes comenzaron la investigación, encontraron varios puntos a los que no encontraron explicación alguna.
Por un lado, no había signos de agresión de ningún tipo. Además, una vez se analizaron los cuadernos de abordo y demás bitácoras, se llegó a la conclusión de que tampoco habían sido abordados. Pero, lo más escalofriante fueron dos detalles que, si bien es cierto que en un primer momento se pasaron por alto, con el paso de los años, han sido tomados en consideración. Por un lado, la temperatura de la comida, si bien no era la que cabría esperar para comer, no estaba fría. Por otro lado, había un olor extraño en la goleta. Un olor el del Carroll A. Deering que tenían los mismos barcos cuya tripulación había pasado por el triángulo de las Bermudas. Un olor como, quién sabe, de otro tiempo. Un olor raro, rancio. ¿Había viajado en el tiempo la tripulación? Nunca se sabrá.
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Periodista colaborador de Nautical News Today especializado en monstruos marinos e historia marítima. Hydra, pez sapo, el lago ness, ….