El Ártico es uno de los lugares más espectaculares y vírgenes en la tierra, y no es de extrañar que la gente quiera verlo por sí misma.
A medida que se calienta el Ártico, las áreas obstruidas por el hielo son cada vez más accesibles para la pesca, la extracción de petróleo, la minería y el transporte marítimo, tanto para el comercio y como para el turismo.
Este verano el crucero Crystal Serenity salió de puerto con 1.725 pasajeros a bordo para un viaje de 32 días a través del Paso del Noroeste.
El aumento del tráfico en la zona puede traer beneficios económicos para las comunidades locales, en forma de aumento de los ingresos del comercio y el turismo, y para la economía global a través de la posibilidad de enviar mercancías a través de las rutas más cortas, aunque los riesgos ambientales son innegables.
The Ship Map es un proyecto de la gente de Kilny el UCL Energy Institute, que resulta muy interesante. Muestra las rutas marítimas de todo el planeta en un gigantesco panel, barco por barco, ruta por ruta.
Accediendo a él se observa que el transporte marítimo en el Ártico ha aumentado mucho desde que la capa de hielo ha ido desapareciendo.
Un comunicado de prensa del CSIC informa sobre los estudios realizados en la zona por estas organizaciones científicas y prevé que para 2050 la capa de hielo desaparecerá completamente a finales de verano, según muchos modelos estudiados.
La mayoría de los buques que operan en el Ártico utilizan como combustible el HFO, es decir, los restos residuales del proceso de destilación del petróleo crudo.
Esto hace que el HFO sea sucio y viscoso, es barato y ampliamente disponible, por lo que es el combustible preferido para los buques.
El Consejo Ártico ha identificado recientemente HFO como «la amenaza más significativa de los buques para el medio ambiente marino del Ártico.» Debido a su viscosidad y propiedades químicas, HFO que es difícil de limpiar, por no mencionar que también es altamente tóxico.
Un vertido de este aceite pesado en el Ártico podría tener efectos devastadores en este ecosistema profundamente importante y frágil.
A pesar de los riesgos planteados por el uso de aceite combustible pesado, no se instará a los buques marinos en el Ártico para utilizar combustibles más limpios, a diferencia de los buques en otras zonas del mundo.
Dentro de las Zonas de Control (ACE), los buques deberán reducir sus emisiones contaminantes a la atmósfera, ya sea por la quema de combustibles destilados limpios o mediante el uso de depuradoras.
El deshielo también ha provocado una fiebre del oro entre los cinco países ribereños del Ártico.
Las ansias por los yacimientos de petróleo y gas que esconden sus fondos marinos han lanzado a Rusia a una carrera por reivindicar su trozo de la tarta ártica, sumergiendo su bandera a 4.300 metros de profundidad en un gesto reivindicativo.
Canadá, Noruega y Dinamarca han seguido a Rusia en sus ambiciones económicas bajo el océano, que pronto deberá decidir la ONU.
Estados Unidos, por su parte, se mantiene expectante ante la posibilidad de justificar ante su opinión pública una explotación más intensa de los recursos de Alaska con el fin de no quedarse atrás.
El 2014 el tráfico marítimo del Ártico suponía el 9,3% del total del tráfico marítimo mundial, el 12,4% del tránsito marítimo por pesca, el 5,9% del total del tráfico de carga el 4,2% del total de barcos tanque y el 5,5% del total de los barcos de tránsito de pasajeros.
Esperemos los datos de 2016 para conocer en cuanto ha aumentando este tráfico, ya que a la vista de los los gráficos obtenidos en «The Ship Map» ya se puede adelantar que éste ha crecido bastante.
Editora del portal online Nautical News Today. Licenciada en Ciencias Medioambientales y especialista en recursos renovables.