Cocinar a bordo tiene sus secretos y yo que le he dedicado algunas horas a este menester te puedo adelantar que el horno es uno de los más agradecidos.
La cocina de la inmensa mayoría de barcos de recreo tienen horno, aunque en la mayoría de los casos no se emplea para cocinar a bordo, si no como el lugar de estiba de sartenes, ollas y cazuelas.
El uso del horno para cocinar tiene unas ventajas indiscutibles, que todavía son mayores en un barco, pues la cocina y nuestros útiles si tienen carencias respecto a nuestras posibilidades en tierra firme.
Si el horno nos permite un tipo de guiso y asado idóneo para muchas preparaciones, con las que estamos familiarizados, también vez nos permite otras posibilidades para paliar la falta de accesorios en nuestra cocina del barco. Un buen ejemplo es emplearlo como tostadora de pan. Idóneo para tostadas de cualquier tamaño, y muy agradecido en el barco para cortar finas rebanadas de una barra de pan tipo baguette y de una tacada solucionar un buen número de pequeñas tostadas como base de montaditos o dispuestas para acompañar un aperitivo.
Cocinar a bordo conteniendo los olores en la cocina, se torna especialmente agradecido en el barco, pues ésta se integra directamente en el salón o dinette central, cuyo conjunto posee un espacio más pequeño y más difícil de ventilar, especialmente en los meses más fríos. Tanto es así, que muchas de las preparaciones que requieran un tiempo medio o largo a fuego lento, para elaborar un guiso podemos hacerlas en el horno. Como lo oyen.
Me lo aconsejaron para un fricando de carne, y el largo “chup-chup” incluso mejora realizado en el horno que en los fogones. Hay que cogerle el pulso a la temperatura que seleccionemos, y saber que al principio cuesta arrancar el maravilloso proceso burbujeante. Dele más calor al principio, y cuando empiece el baile, baje el termostato, hasta lograr ese equilibrio que transforma en maravillas nuestros guisos.
Por supuesto no podemos obviar otras ventajas que su uso nos aporta a bordo. Navegando, nuestra cazuela queda menos expuesta a movimientos inesperados, y en caso de “desastre” total, mejor que se vuelque (aunque es muy difícil en el interior del horno por el menor espacio para las acrobacias) en su interior a que se desparrame todo el contenido por los pañoles del suelo, encimera de la cocina o asientos de la dinette. Además, las cocinas suelen estar mayoritariamente en zona de paso y, ya sean unos niños acelerados o un adulto despistado, sartenes, cazos y cazuelas son un blanco perfecto para un pequeño problema a bordo.
Para cocinar a bordo con un horno tener alguna bandeja grande y alguna cazuela sin elementos plásticos que no soportan su temperatura, son alianzas que debemos propiciar. Será muy fácil renovar nuestros menús de monótonas ensalada de pasta frías o los repetitivos espaguetis con tomate, por esos macarrones con carne tapizados por una esponjosa alfombra de queso gratinado. No hace falta ensalzar las virtudes de un pescado al horno, con sus patata, cebolla y tomate, pero tal vez sea el momento de comenzar a investigar alguna receta para cocinar a bordo una paella en el horno, que haberlas, haylas.
Todo ello, sin renunciar a que mantenga su estatus como lugar de estiba en la cocina, tras haberle obsequiado con poder demostrar sus virtudes y cumplir la función por la que alguien decidiera equipar su barco con horno. Si no lo era, hágase amigo de este más que interesante electrodoméstico también náutico. Es un fiel e infatigable tripulante.