Hay deportes asépticos, en el sentido de que uno nunca está en contacto con sus contrincantes: la vela, el tenis, la gimnasia rítmica; o la natación… en piscina. En aguas abiertas el pelotón, como en el ciclismo o en una maratón, es una selva: una maraña de brazos y piernas en la que pasas por encima y te pasan por encima, en la que recibes patadas y bofetones, en la que los lentos son atropellados sin piedad, pero puedes intentar hacer drafting.
Ese tropel tiene una parte buena. Tras el desorden de los primeros cien metros, puedes hacer drafting: coger la estela de otro nadador y aprovecharte de su rebufo para nadar más rápido. ¿Cuánto más? Hasta un minuto en una prueba de 1500 m, si no te importa nadar en un torbellino de burbujas creado por los pies del otro.
Pero seguro que todo esto ya lo sabías, incluso lo habrás practicado. Lo que tal vez no conozcas es la ciencia detrás del drafting: en efecto, se han realizado unos cuantos estudios de campo (el primero, ¡hace ya 25 años!) para medir la ganancia objetiva. En ellos se ha demostrado que, efectivamente, se reducen el consumo de oxígeno (del orden del 10%), el lactato en sangre (30% – ¡menos agujetas!) y el índice de esfuerzo (20%). Además el que hace (o los que hacen) drafting tiende a llevar una menor cadencia de brazada (por tanto, se cansará menos), y a hacer la brazada más larga (por tanto más efectiva).
Por otro lado, la ganancia es mayor cuanto más rápido se va; y un nadador delgado tendrá más ganancia que otro más ancho o gordo (perdón, quise decir «con ligero sobrepeso»).
Los estudios sacan más conclusiones. ¿Cuántas veces te ha molestado alguno que nada a tu rebufo, dándote palmaditas en los pies con sus brazadas? En ese caso, párate un momento y explícale que no hace falta que vaya tan pegado a ti. Es cierto que la distancia óptima para aprovechar el rebufo está entre 0 y 50 cm por detrás del nadador de delante, pero a 1 m de distancia los efectos todavía son importantes (10% de mejora general en cuanto al coste metabólico del esfuerzo) y aún apreciables a 1,5 m por detrás.
Más aún: dile que puede optar por un drafting lateral (mejora metabólica del 7%): en diagonal, con su cabeza a la altura de tu cintura, pero separado lateralmente unos 40 cm. Si lo de la cintura le parece demasiado íntimo, a la altura de tus rodillas también notará mejora. Además en esa posición le será más fácil controlar tu posición y se evitará dar muchos tumbos y tener que levantar la cabeza para controlarte (aunque claro, se verá obligado a respirar por el lado donde estés tú).
¿Las desventajas del drafting? Nada que no sepas ya: el agua removida y las molestas burbujas que hemos comentado; la falta de visibilidad general; tener que estar pendiente de no molestar mucho al de delante, pero a la vez de no despegarse mucho de él.
Y olvídate de entrenar el drafting en piscina, porque allí es imposible simular sus dos mayores inconvenientes. Uno, el riesgo de que el ritmo del de delante no sea adecuado para ti: si va demasiado rápido, puede que te des cuanta tarde y termines quemado; si es lento, te hará perder tiempo (aunque si alguno os adelanta con un ritmo que te convenga más, puedes saltar a por él). Y dos, la orientación: nadie te asegura que tu guía no se vaya a despistar y terminéis los dos a cien metros de la boya…
En fin, cualquier tipo de drafting te beneficiará, ya sea ahorrando esfuerzo (¡hasta un 20%!) para nadar a tu velocidad habitual, o nadando más rápido con tu esfuerzo de siempre. A cambio, tu nado será menos confortable desde el punto de vista mental, y por tanto menos divertido.
(Con mi agradecimiento a Gerard por los datos proporcionados.)