En la actualidad aparece un problema cuando una embarcación se queda obsoleta o no se sabe que hacer con ella, ya que con los nuevos materiales no biodegradables y la basura electrónica que contienen, no es posible fondearlos.
Al año, más de mil embarcaciones, entre embarcaciones de recreo y buques mercantes de gran tamaño (tales como buques cisterna o portacontenedores) se reciclan para obtener chatarra pero muchos de estos barcos, por no decir la gran mayoría, acaban en instalaciones deficientes en las playas del sur de Asia. Dichas instalaciones, carecen en su mayoría de las disposiciones de seguridad y protección medioambiental necesarias para gestionar los materiales peligrosos presentes en los buques al final de su vida útil.
El desguace de buques en los años setenta, se llevaba a cabo principalmente en muelles europeos. Este hecho cambió, debido a que se trataba de una industria realmente compleja y muy mecanizada, y además porque se produjo un aumento de los estándares medioambientales, de seguridad y de sanidad. Obviamente, todo ello provocó un gran incremento de los costes para el desmantelamiento de buques, obligando finalmente a la industria del desguace a trasladarse a países pobres, como India, Bangladesh, China y Turquía, donde estos aspectos no fueran prioritarios.
Entre las partes del barco con más dificultad para su reciclado se encuentran sus componentes electrónicos como, plotters, gps, radio vhf, etc.
La primera y más “ecológica” opción en la que pensamos, a la hora de deshacernos de la basura electrónica es transportarlos a zonas de reciclaje de estos elementos, donde pensamos que serán eliminados de forma correcta, pero, ¿qué ocurre en realidad con la basura electrónica?
Gran parte de ella va a parar a lugares como Guiyu, ubicado en el distrito de Chaoyang, en la provincia de Cantón, China. Se localiza en el sudeste del país, la ciudad posee una población de 150.000 habitantes de los cuales, su gran mayoría trabajan para recuperar los metales u otras partes de valor que pueden ser reutilizados o vendidos de la basura electrónica.
Los trabajadores utilizan las manos directamente para desmontar las piezas y son amontonadas en las calles de la ciudad.
Los efectos secundarios ambientales y de salud son extremadamente perjudiciales; el aire está enrarecido y contaminado y el agua no es segura para beber. El plomo y otros metales tóxicos pasan a la sangre de los residentes y les provocan grandes problemas de salud.
Queda mucho por investigar en cuanto al reciclaje de la basura electrónica con el fin que por no acumularlo en los países que realmente hacen uso de ellos, acaben en lugares donde dañen la salud de sus habitantes.
Editora del portal online Nautical News Today. Licenciada en Ciencias Medioambientales y especialista en recursos renovables.