Mencionar al buque Príncipe de Asturias es meternos de lleno en lo que podríamos denominar como el misterio del Titanic español. Porque, como ahora desgranaremos, la falta de evidencias, de pruebas, de relatos y de testimonios, hace que sea muy complicado dar por cerrado lo que puedo ser un mero accidente pero que en el fondo del alma de muchas personas, se sabe que pudo ser algo más.
El último viaje del Príncipe de Asturias
Tenemos que viajar el 17 del mes de febrero del año 1916 para iniciar el último viaje del Príncipe de Asturias. Ese día desde el puerto de Barcelona, partía el buque insignia de la marina española hacia la capital de Argentina.
A bordo de él, unas 600 personas todas ellas de nacionalidad argentina o española. El capitán al mando, una persona que llevaba ya 15 años en la compañía naviera Pinillos, tenía por nombre José Lotina Abrisqueta. Un nombre que pasará a la historia como ahora veremos.
En un principio todo iba según lo previsto ya que pasaron por Almería y el Cabo de Trafalgar sin ninguna clase de problema. De hecho, nada en absoluto hacía presagiar que la gran cantidad de libras esterlinas que había en su interior, el Renault 35 HP de la época así como las miles de sacas de correo corrieran el más mínimo peligro. Sin embargo, el día 5 de marzo de ese mismo, un choque contra unos arrecifes hacía que se perdiera todo contacto con este buque y se temiera lo peor.
Las lagunas en la historia del Titanic español y su paralelismo con el original
El choque fue mortal de necesidad. La entrada de agua tuvo que ser algo extraordinario y el Titanic español no pudo hacer otra cosa salvo escorar a estribor. Un escoramiento que terminó con su hundimiento. Un hundimiento que desde ese preciso instante comenzó a lanzar incómodas preguntas.
La primera de ellas era porque, salvo las personalidades más relevantes del mundo intelectual de la época, no había una lista oficial de pasajeros teniendo en cuenta que había unos 600. La segunda pregunta que se hacen los investigadores, antes y ahora, es por qué motivo no se investigó más en profundidad cuando el hundimiento del Titanic estaba tan fresco todavía en la memoria colectiva. Pero es que además, ¿Por qué nadie reclamó una versión oficial más seria? ¿Por qué razón, ni siquiera los más allegados de las víctimas pusieron sobre la mesa todos los medios a su alcance para conocer la verdad? ¿Por qué motivos muy pocas personas quisieron saber algo de un naufragio que no solo contenía en su interior riquezas, dinero en metálico y estatuas para ser erigidas en Buenos Aires, de todo tipo?
Seguramente, como suele pasar, nunca lo sabremos. Sin embargo, lo que sí sabemos es que al igual que el Titanic, el Príncipe de Asturias, era el segundo buque dentro de las series de nuevos barcos que estaban llamados a revolucionar la tecnología naval. También sabemos que los dos barcos tenían lo último en tecnología de la época a su servicio. Y, por supuesto, aunque del Titanic ya hablaremos otro día, también sabemos que pudo ser que un choque no fuera toda la verdad de su hundimiento.
Periodista colaborador de Nautical News Today especializado en monstruos marinos e historia marítima. Hydra, pez sapo, el lago ness, ….