Los humanos hemos considerado el mar como una inacabable fuente de recursos. Su tamaño infinito, la profundidad y las fronteras inexploradas, parecia que el océano era una fuente de riqueza inacabable y hemos llegado a la sobreexplotación. La verdad es que las poblaciones de muchas especies están disminuyendo a un ritmo insostenible, y el número de especies en peligro de extinción de familias de la vida marina como ballenas, delfines, manatíes y dugongos, el salmón, las aves marinas, tortugas marinas, y tiburones, por nombrar unos pocos, están en aumento.
Esta vez nos vamos a centrar en el tiburón blanco, también conocido como jaquetón, habita en aguas templadas y subtropicales, sobre todo en las costas de Australia y California, aunque también pueden encontrarse ejemplares en el Mediterráneo, sobre todo en el Canal de Sicilia y en las costas baleares. En España abundan más otras especies como el tiburón ángel, el tiburón peregrino, el pintarroja o el marrajo.
Considerando el increíble número de entre 150 – 200 millones de tiburones que cada año mueren, tenemos que buscar en la biología natural de los tiburones para entender completamente gran amenaza de extinción que padece. La mayoría de los tiburones son de crecimiento lento, maduración tardía y tiene baja fecundidad. El gran tiburón blanco hembra ha de tener aproximadamente 15 años para alcanzar la madurez sexual, y el macho unos 8 años, a estas edades, la hembra tendrá alrededor de cinco metros de longitud y el macho en torno a cuatro metros de largo. La fecundidad de los grandes tiburones blancos es baja, la hembra posiblemente, sólo puede dar a luz a varias camadas en su vida y las camadas son relativamente pequeñas, van desde unos siete hasta once crías por camada. Son ovovivíparos, alimentándose los embriones de una sustancia nutritiva presente en el saco embrionario o, incluso, comiéndose a sus hermanos Habita cerca de la costa pero también mar adentro, en solitario o en pequeños grupos cerca de enclaves donde abunden sus presas favoritas. —Se encuentra a menudo en las costas de Sudáfrica, el sur de Australia, Nueva Zelanda, pero tambien en el Mediterráneo, especialmente en las costas de Túnez, Sicilia, y en el Adriático.
Es sarcástico que el » gran comedor de hombres» según algunos, esté en riesgo de extinción debido precisamente a la «voracidad depredadora» del hombre que esquilma las aguas y por tanto su comida, las contamina y los persigue para aprovechar solo sus aletas, (tan apreciadas en el mercado nipón) o extrayendo sus terribles mándíbulas que le sirven de trofeo ¡que crueldad!. Las mandíbulas y los dientes son los productos más valiosos del tiburón blanco en el comercio. Estos trofeos y curiosidades están disponibles a la venta en sitios de comercio de Internet llegando a costar hasta US$ 425 por un diente y hasta US$ 50,000 por un par de mandíbulas grandes.
Aunque de un modo menos llamativo, el tiburón blanco ha disminuido notablemente en todos los mares, víctima de las asesinas redes de deriva, que expolian los mares de especies no comerciales, como tortugas o delfines, o es presa de la pesca intencionada de los «long linners», palangreros, con líneas kilometricas, que una vez capturados los escualos, les cortan sus aletas y los arrojan al mar donde morirán cruel y estúpidamente. Segun la FAO las capturas mundiales de todas las clases de tiburones sobrepasan las 800.000 Ton. anuales.
Gran parte de las especies de tiburones utilizan las zonas de la costa por lo menos en algún momento de sus vidas y estas zonas están afectadas por los seres humanos alterando el hábitat. Los seres humanos con la tecnología moderna y la maquinaria puede alterar un entorno ecológico completo en cuestión de días, semanas o meses. Los tiburones, lamentablemente, no tienen la capacidad de adaptarse a estos cambios en su hábitat, y por lo tanto las poblaciones son afectadas. La mayoría de las especies de tiburones utilizan la zona costera para fines de cría que obviamente indica que estas áreas tienen que ser estables, por lo que cuando estos viveros se ven afectados por una disminución de sus presas a causa de la presión humana, los tiburones pequeños tienen problemas en su alimentación. Disminuida su caza en las zonas de cría, se desplazan a zonas menos protegidas en las que tienen que competir con los grandes tiburones. El tiburón joven se enfrenta ahora a una situación en la que se convierte en presa potencial de un tiburón más grande, y también tiene que buscar comida que puede ser de mayor tamaño que él. Como la reproducción es baja a menos habia de tener un alto grado de supervivencia en un entorno estable, al no tenerlo su especie se enfrenta a graves problemas.
Los grandes tiburones blancos son depredadores, se sientan en la parte superior de las cadenas alimentarias de muchos ecosistemas marinos. Su función es mantener el equilibrio y la salud del ecosistema, manteniendo un control sobre las poblaciones de otras especies a través de una compleja red de relaciones tróficas. Los animales enfermos o no aptos de una especie de presa son más fáciles de cazar por los grandes tiburones blancos y de esta manera ayudar a la poblaciones de grandes mamíferos marinos y peces y mantenerse saludables. Pero lo más importante, los estudios teóricos y de campo han demostrado que si depredadores como el tiburón blanco desaparecen de un ecosistema, las poblaciones de otros depredadores más pequeños más bajo en la cadena alimentaria se descontrolarian y el equilibrio de todo el ecosistema se perdería. Este crecimiento incontrolado de uno o más depredadores más pequeños puede afectar a un gran número de otras especies, a raiz de eso el ecosistema puede perder su salud.
El miedo humano, la ignorancia, la indiferencia y la codicia han llevado a una concepción errónea general de este gran animal y sus necesidades, así como su lugar en el equilibrio de la naturaleza. Si la pesca se utiliza cuidadosamente, los tiburones pueden proporcionar una fuente constante de alimentos y ayudar a mantener a los océanos en el equilibrio. Hemos de involucrarnos para asegurar que estos valiosos animales muy vulnerables sobrevivan y prosperen en beneficio de los ecosistemas oceánicos.
Editor especialista en el deporte de vela, tanto en vela oceánica como en vela ligera y olímpica. Colaborador de prensa deportiva a nivel nacional.