El comportamiento de un tornado es como el de un ser vivo, pasa por distintas fases antes de llegar a su destructiva madurez. En su caso estas fases son; formación, maduración, contracción y decaimiento.
En su nacimiento, o formación, el tornado no es más que un torbellino de aire seco y frío descendiendo de un cumulonimbus con sentido horario. En esta fase empieza a mover los elementos más pequeños y sueltos del suelo en sentido horario. Al mismo tiempo genera una espiral ascendente en sentido contrario que hace que el aire se enfríe y se condense. Dos corrientes giratorias y contrarias, hacen que el tornado nazca.
La fase de maduración se basa en su aumento de tamaño y fuerza en donde juega un papel muy importante el aire cálido y húmedo. Esto va alimentando su rotación y cuanto más dure esta fase, más grande será el tornado, a más alimento, más cuerpo y más grande puede llegar a ser.
Más tarde le llega la contracción, que no es ni más ni menos que una corriente de aire frío le «cierra» el suministro de aire cálido que lo estaba alimentando. Esto hace que se contraiga y gire más deprisa, siendo más destructivo. Algunas veces al moverse más, vuelve a encontrar algún suministro de aire cálido de nuevo y vuelve a alimentarse de él, continuando con su fase de maduración. Esto hace que en ocasiones parezca que el tornado va dando saltos.
Como todo ser humano, en este caso no humano, todo tiene su fin, en los tornados la fase de decaimiento. Se puede reconocer porque la parte de la chimenea del tornado empieza a adelgazar llegando a parecer una cuerda hasta que desaparece totalmente.
La duración del tornado va a depender de su categoría, normalmente los F0 y F1 (escala Fujita) se pueden desvanecer a los pocos minutos o no durar mas de 15 minutos pero los de mayor categoría F3, F4 y F5, pueden llegar a mas de una hora en casos excepcionales.
Editora del portal online Nautical News Today. Licenciada en Ciencias Medioambientales y especialista en recursos renovables.