Harald III el Despiadado, el del “Rendíos o morid” y el creador del imperialismo moderno

Harald III fue hijo, hermano y tío de Rey de Noruega, y finalmente también lo fue él mismo. Teniendo en cuenta que era descendiente de Harald I, “el de la Hermosa Cabellera” y tío de Magnus I “el Bueno”, parece que no tuvo mucho impedimento en hacerse finalmente con el trono de de este país.

A pesar de todo eso, su vida de Harald III no fue tan fácil, ya que con 15 años le tocó luchar contra los daneses en la batalla de Stiklestad en 1030, junto con su hermanastro Olaf II, Rey de Noruega (ojo! Llamado “El Santo”, de hecho es de los pocos santos de origen noruego reconocido por la iglesia Católica) en donde murió Olaf.

Tras la batalla y recuperado de sus heridas, huyó hacia Oriente donde prestó servicios a la emperatriz bizantina Zoé Porfirogeneta (para el que haya estado en Estambul, la que sale al lado derecho de Jesucristo en el mosaico que hay en Santa Sofía) bajo cuyas órdenes lucho en 18 batallas, dejando un montón de crónicas de la época en las que le tenían de protagonista.

Sus andanzas en el exilio se recogen en diversas sagas, en las cuales se menciona que los reyes de Europa en esa época le pagaban para que custodiara sus territorios y cometiera pillajes en contra de otros estados.

Durante ese tiempo, fue forjando en su mente lo que posteriormente se denominó imperialismo, es decir, «la forma de actuación política basada en dominar otras tierras y comunidades usando el poder militar o económico».

En el 1041 fue acusado de robar un botín que pertenecía al Emperador Miguel V, y visto que los apodos no vienen en balde, le arrancó los ojos como venganza y escapó hacia Noruega.

Harald III, regresó a Noruega en el 1046 donde se encontró reinando a su sobrino Magnus I “el Bueno”, el cual, haciendo honor a su apodo también, le dio la mitad de su reino a cambio de la mitad del tesoro que Harald III había traído con él de sus aventuras.

Un año más tarde murió Magnus I (con sólo 23 años y acaba de llegar “el Despiadado, llamadme mal pensada…) quedando como Rey en solitario de Noruega.

Una vez al mando, se dispuso a aumentar los territorios de Noruega, ocupando las islas Órcadas, Shetland y Hébridas y declarando la guerra de nuevo a Dinamarca.

En el año 1050 fundó la ciudad de Oslo y en el 1066 decidió ampliar el territorio hacia más al sur del mar del Norte intentando invadir Inglaterra, en donde murió en la batalla de Stamford Bridge en ese mismo año.

No siempre los legados son buenos, y este dejó uno que por desgracia ha sido recurrente a lo largo de la historia, la visión del mundo como un territorio disponible para saciar la sed de poder. Se le considera el padre del imperialismo moderno, con el lema “Rendíos o morid”, fue exterminando a todos los clanes rebeldes que se encontraba en los territorios a conquistar.