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Dos satélites de observación de la Tierra, han permitido descubrir una sorprendente acumulación de agua dulce en el casquete polar Artico; los científicos advierten de que ese depósito de agua dulce que se ha ido formando a lo largo de los últimos 15 años conlleva la alteración de las corrientes oceánicas. Dicho fenómeno puede provocar el cambio de las corrientes del Golfo cerca de la costa europea y, finalmente, el enfriamiento del clima en Europa.
Los fuertes vientos que soplan en el Ártico podrían estar detrás del ‘abombamiento’ que se está produciendo en el Océano de esta zona del planeta; se han analizado los datos de la observación del nivel del mar por satélite recogidos entre 1995 y 2011 y resulto que desde 2002, el nivel del mar en la parte occidental del Ártico subió 15 centímetros, detectado por satélites de la Agencia Espacial Europea (ESA) destinados a la observación de la Tierra.
La revelación de los satélites, ha puesto en marcha un estudio que ha descubierto que el volumen de agua dulce ha aumentado en 8.000 kilómetros cúbicos, es decir, en torno a un 10% de toda el agua dulce del Océano Ártico y en un año de promedio, unos 5.000 kilómetros cúbicos de agua dulce fluyen desde el Ártico hacia el Atlántico Norte a través de corredores localizados al este y oeste de Groenlandia. Estas cantidades excesivas de agua dulce podrían alterar la densidad del océano, que es la fuerza motriz de una parte de este sistema de circulación, disminuir la cantidad de calor que se transporta hacia el norte y enfriar significativamente áreas de este hemisferio.
Los científicos están convencidos de que si la dirección del viento ártico actual cambiara, gran parte de ese agua se vertería en el Océano Atlántico, lo que enfriaría el clima en Europa.
Según sus conclusiones, la acumulación de agua se debe a que se está acelerando un gran sistema de circulación oceánica llamado Giro de Beaufort debido a los fuertes vientos árticos. El giro o vórtice de Beaufort sigue siendo un enigma para la ciencia, consiste en una corriente que hace girar lentamente en sentido horario una masa de hielo y agua al norte de Alaska. En el ártico occidental el Giro de Beaufort se mueve por una permanente circulación del viento anticiclónico, lo que hace que el agua suba en el centro del giro, hinchando la superficie del mar.
Los expertos suponen que el calentamiento global impacta considerablemente en la circulación del agua en el océano y puede alterar el clima en Europa y en el este de EE. UU. y Canadá. Según su opinión, si en la zona polar sigue produciéndose el cambio de los vientos, lo que ya sucedió desde mediados de la década del 80 hasta mediados de los 90, bajo la influencia del calentamiento global, el ‘depósito’ del agua dulce puede trasladarse a la parte septentrional del Océano Atlántico y cambiar las corrientes oceánicas de la zona.
Una paralización o alteración de la corriente del Golfo, provocaría indiscutiblemente el descenso de la temperatura en todo el continente europeo, provocando heladas, nieve, fallos en la energía y toda clase de problemas de suministro, alimentación, comunicaciones etc. Es algo en lo que pensar….
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