Así es, aunque no lo hace todos los años, el otoño es la estación de florecimiento de esta fanerógama marina que forma uno de los ecosistemas más importantes del Mediterráneo al jugar un papel fundamental en la estabilización de los sedimentos costeros al retener la arena entre sus rizomas y frenar la acción erosiva de la costa por el oleaje y las corrientes, sobre todo, con ocasión de temporales.
La Posidonia es endémica del Mediterráneo y abunda en los fondos someros de buena parte del litoral de la Comunitat Valenciana. Seguro que sabemos que la Posidonia es refugio para muchísimas especies y sirve de guardería para pequeños alevines (las praderas pueden albergar más de 1000 especies animales), y sobre todo, que tiene una capacidad de oxigenación mayor que la de una superficie equivalente de bosque terrestre: cada metro cuadrado de Posidonia puede generar entre 4 y 20 litros de oxígeno al día.
Una planta de la que solo se pueden decir bondades aunque a veces los bañistas la vean como un inconveniente y la asocien, equivocadamente, a la suciedad y falta de calidad de la playa. Es sobre todo cuando se forman en el litoral esos montículos de hojas marrones, muy habitual en estos meses y absolutamente normal al formar parte del ciclo de esta planta.
Pero es que además, esos montones acumulados están protegiendo las playas de la pérdida de arena al frenar el hidrodinamismo litoral. No obstante y por razones estéticas, antes del uso turístico de las playas suelen ser retiradas para ser utilizadas por ejemplo para la elaboración de compost, un excelente fertilizante natural.
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