Si necesitas desconectar y relajarte unas horas, no hay nada mejor que salir a pescar… A no ser que pique un enorme ejemplar de 100 kg que luche como un gladiador en un circo romano. Una caña de pescar normal no te serviría para capturar uno de estos monstruos marinos. ¿Te gustaría saber como se fabrican las cañas de pescar para la pesca de altura?
Si te gusta la pesca de altura, lo primero que tienes que tener es una caña en condiciones. Es por eso por lo que lo mejor será que te equipes con unas buenas cañas de pescar de fibra de carbono ya que son prácticamente indestructibles.
Los mejores fabricantes de cañas para la pesca de altura se encuentran en Florida, Estados Unidos. El precio de una caña nº1 ronda los 400 $ pero bien lo valen desde el momento en que tienes conocimiento de que se tarda hasta cerca de tres años en diseñar una caña de pescar de estas características.
Las principales características que debe tener una caña para la pesca de altura son: resistencia y flexibilidad. Si falla alguna de ellas, la batalla la ganará el marlin o pez vela…
La construcción de una caña empieza por el “Largo”, el palo para entendernos, y su forma, resistencia y flexibilidad vienen determinados por el diseño. La clave para un buen equilibrio entre resistencia y flexibilidad en una caña de pescar viene dada por el tipo de material que se utiliza y las combinación de ellas, en las capas. Las última moda es utilizar el vidrío de silicato, utilizado en satélites y transbordadores espaciales, tiene tres veces más fuerza de compresión que la fibra de vidrio normal.
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El siguiente paso es recortar las capas de fibra de forma triangular e ir colocándolas enrrolladas sobre un tubo cónico de metal impregnado de resina epoxi llamado “mandril”. Las capas de fibra de vidrio de silicato, se intercalan con las de fibra de carbono hasta llegar al grosor establecido.
Un detalle que hay que tener muy en cuenta es que cuanto más capas haya, menos flexibilidad tendrá la caña. Otro concepto importante a tener en cuenta es el límite elástico, es decir, el punto de la caña desde donde deja de ser flexible. Contra más hacia la punta esté el punto de límite elástico, más acción le dará al pescador de cara a su objetivo.
Tras colocar todas la capas, se traslada a un horno para que la resina fragüe junto con las pieles de fibra de vidrio y carbono para conseguir la máxima dureza. Posteriormente se tiene que retirar el “mandril” recien salido del horno, para luego darle una capa invisible de resina.
En este punto llegamos a un momento importantísimo en la fabricación de una caña de pescar de primer nivel. Debido a unas casi imperceptibles estrías, las cañas tienen una flexibilidad diferente y hay que determinar hacía donde flexa de manera natural el “largo”. Este proceso se realiza a mano y muy pocos expertos en el mundo son capaces de conseguir esta habilidad. Una vez determinado este punto, se marca la caña para comenzar el montaje del resto de componentes.
El siguiente paso del proceso es colocar la empuñadura, con poco protagonismo pero que siempre te acuerdas de ella cuando es de mala calidad, ya que el agarre es confuso y molesto.
Posteriormente se colocan las anillas en las cañas de pescar, que para que no pesen se hacen de titanio, que tiene un tercio del peso del acero y es el doble de resistente. Debido a que las anillas no se pueden sujetar con pegamento ya que se terminarían cayendo, se colocan con hilo enrrolado que se recubre posteriormente con resina, dejando las anillas fijas de por vida.
Por último, las cañas de pescar se dejan en una estructura giratoria durante varios días para que se sequen totalmente.
A partir de este momento, sólo queda colocar el carrete y salir a disfrutar de una buena jornada de pesca de altura.
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