En 1985, y tras una larga búsqueda, el buceador Mel Fisher localizó en las costas de Florida los restos del galeón español Nuestra Señora de Atocha con un fabuloso tesoro.
El galeón Nuestra Señora de Atocha fue construido en La Habana en 1620 como galeón de guardia, pesaba 550 toneladas, 34 metros de eslora, 10 metros de manga, 4 metros de calado y con una altura de 6 metros desde la cubierta. Tenía 4 mástiles, con velas cuadradas y un palo de mesana con vela latina. Dos castillos, uno en la proa y otro en la popa donde viajaba la nobleza. Además de todo eso, tenía 30 cañones de bronce.
El 4 de septiembre de 1622, la flota “Tierra Firme” regresaba a España. Su primera parada fue en Cartagena donde cargaron oro y esmeraldas para continuar hacia Cuba. La costumbre era que un buque actuase como Almiranta, para la retaguardia, y otro como Capitana para dirigir la flota.
Al galeón “Nuestra Señora de Atocha” se le cargó con todo tipo de riquezas: 125 barras y discos de oro colombiano, 24 toneladas en lingotes de plata peruana y mexicana, 180 pesos en monedas de plata, 1,200 libras de objetos de plata trabajada, 585 lingotes de cobre, perlas de Venezuela y esmeraldas de Colombia, 350 cofres de índigo, 525 fardos de tabaco, además de otras propiedades no declaradas de la tripulación y los pasajeros, vamos que iba cargado hasta los topes.
El día 5 de septiembre, un fuerte huracán se les puso a su paso por el estrecho de los Cayos de La Florida, y el día 6 de septiembre ocho buques de la flota se hundieron en el mar, entre los que se encontraba Nuestra Señora de Atocha, no es de extrañar, teniendo en cuenta el peso que llevaba.
A finales de la década de 1960, el californiano Mel Fisher, instructor de buceo, dio con la pista de los navíos españoles gracias a documentos del Archivo de Indias, en Sevilla. Fisher había participado en la exploración de otra flota española hundida en 1715 por un huracán en los cayos de Florida, cuyos restos había localizado Kip Wagner en 1959. El Nuestra Señora de Atocha era un objetivo igual de apetecible y Fisher decidió lanzarse en su busca. Creó una empresa de rescate de pecios, llamada Treasure Salvors, e implicó en la aventura a toda su familia, además de a un buen puñado de buzos e inversores. Se procuró asimismo tecnología de exploración puntera en la época: un magnetómetro de protones y un sistema de posicionamiento Loran, precursor del actual GPS.
Fue el propio hijo de Fisher, Kane, el que dio la noticia, aunque unas semanas después, durante los trabajos de izado, Kane y su esposa murieron en el incendio de su barco. El valor de lo extraído hasta ahora está calculado en más de 500 millones de dólares, un 25 % del cual pertenece al estado de Florida, de acuerdo con la legislación de dicha entidad. El resto, para Fisher y sus inversores.
Actualmente, los artefactos y tesoros del Atocha y Santa Margarita constituyen la parte principal de la colección del Mel Fisher Maritime Heritage Society Museum y además podemos encontrar expuesta su ancla en el Museo de Anclas Philippe Cousteau, en el extremo occidental de la hermosa playa de Salinas, uno de los núcleos urbanos más importantes del Concejo de Castrillón, en el Principado de Asturias.
Editora del portal online Nautical News Today. Licenciada en Ciencias Medioambientales y especialista en recursos renovables.