Los eurodiputados de la UE, decidieron a prohibir el corte de las aletas de tiburón capturados por los pescadores, lo que se se conoce como “shark finning”, una práctica cruel en la que la mayor parte de las ocasiones, el escualo es amputado con vida y arrojado al mar, donde muere al no poder nadar y hundirse. Las aletas de tiburón van destinadas por su alto valor economico a los mercados asiáticos, donde se consideran un selecto manjar, servido como sopa.
La presión internacional por parte de científicos y organizaciones ecologistas está permitiendo que el “shark finning” se vaya ilegalizando en muchos países (y que los palangreros comunitarios, más de 180 buques, en su mayor parte gallegos y también portugueses, aseguran no realizar); incluso en China, la mayor consumidora de aleta de tiburón, el gobierno ha decidido no incluir ese plato en las recepciones oficiales y varias cadenas hoteleras lo han retirado de sus menús. Aún así, la emergenete clase media y alta china sigue empleando sopa de tiburón como uno de los platos estrella en sus celebraciones por lo que demanda prácticamente no ha variado.
Está práctica, unida a otros problemas ambientales que sufren los mares, está poniendo a las poblaciones de muchas especies de tiburones en una situación crítica.
La votación en la UE ha prohibido está práctica, al no permitir el desembarco de tiburones sin aletas, pero tiene un matiz que debemos observar y analizar: hubo 566 votos a favor, 16 abstenciones y 47 votos en contra… de éstos, 26 fueron de españoles y portugueses.
Decididamente, seguimos dando una imagen absolutamente anticonservacionista y cegada en la idea de que los recursos marinos son inagotables. Y no es sólo una imagen, lo peor es que es una realidad.
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