El brusco movimiento del agua por el desplazamiento de placas desde la profundidad genera un efecto de «latigazo» hacia la superficie que es capaz de lograr olas de gran tamaño a veces impensables. Para tener una idea tomemos la profundidad promedio del Océano Pacífico, que es de 4.000 metros. Eso nos daría una ola que podría moverse a una velocidad de 200 metros/seg, o sea a 700 km/hora. Como las olas pierden su fuerza en relación inversa a su tamaño, puede viajar a miles de kilómetros sin perder mucha fuerza. Sólo cuando llegan a la costa comienzan a perder velocidad, al disminuir la profundidad del océano. La altura de las olas, sin embargo, puede incrementarse hasta superar los 35 metros (lo normal es una altura de 5 a 7 m). Podeis imaginaros el efecto de olas de 35 a 40 metros llegando a nuestras playas. El riesgo de un gran tsunami en el océano Pacífico que golpearía la costa oeste de Norteamérica es mayor de lo que se pensaba hasta ahora, según un estudio difundido hoy por las Universidades de Durnham (Reino Unido) y de Utah (EEUU). La investigación revela que los tsunamis del futuro podrían alcanzar una escala mayor de la alcanzada por las olas gigantes generadas por el terremoto que sacudió la península de Alaska en 1964, que alcanzó 9,2 grados en la escala de Richter. Pensando en lo que tenemos mas cerca, el Mediterráneo tiene un riesgo real de tsunamis, por lo que existe una necesidad urgente de instalar sensores de alerta temprana que permitan prevenir la aparición de maremotos. Según el último número de la revista Marina Civil, científicos como Michell de Villeneueve, del Centro Francés de Investigaciones Científicas (CNRS), han pedido, tras el tsunami del Índico, la urgente instalación de sensores de presión en el Mediterráneo porque, según él, existe un riesgo real del fenómeno. El científico francés mantiene que en el Mediterráneo, el Caribe y las Malvinas hay sistemas geológicos idénticos a la falla de Sumatra que provocó el tsunami, por lo que alerta de los riesgos y denuncia que, aunque existen sismógrafos que permiten detectar los terremotos, no hay sensores específicos para este fenómeno que permitan avisar con anticipación. ¡En fin! «nunca pasa nada hasta que pasa». Debido a que la gran mayoría de las zonas del Mediterráneo están altamente pobladas y son lugares de gran afluencia turística, cualquier «tsunami», por pequeño que sea, puede generar efectos devastadores. Las costas de Grecia, Turquía y Sicilia son las que presentan mayores riesgos, así como las de Algeria y otras partes del norte de África, aseguran los expertos. LAS PREGUNTAS SON ¿ESTAN NUESTROS DIRIGENTES CONSCIENTES DE ELLO? ¿HACEN ALGO PARA PREVENIRLO?
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